Safari USAWA – Día 5

El día que amanecimos en Tsavo lo hicimos entre la niebla. Desayunamos al lado de una cortina blanca de niebla espesa que no nos permitía ver más allá de la ventana. Por suerte, se disipó en pocos minutos y pudimos salir de ruta temprano para ver a los animales más madrugadores.

Una manada de elefantes nos esperaba a la orilla de una charca a pocos minutos del hotel. Yo conté unos diez adultos y unas cuatro crías que bebían de la charca y masticaban unas ramas frescas. La tierna escena familiar era maravillosa.

Manada de elefantes a la orilla de una charca en el Parque Nacional de Tsavo

Viendo los animales en la reserva natural del Tsavo

Un poco más adelante dimos con un leopardo que andaba cobijado por las hiervas pero que no se le escapó a nuestro conductor ¡qué ojo! Pudimos ver su lomo rayado, su cola y sus orejas, que asomaban por encima de las hiervas, antes de que se escondiera por completo entre los matorrales.

Bastante alejados de esa zona, por suerte para ellos, también vimos varios avestruces Maasai, hembras y machos, que se distinguen por los colores de sus plumajes.

Avestruces Maasai en la reserva natural del Tsavo

El mejor avistamiento del día fue un señor león que nos observaba desde su cobijo sombreado sin ni siquiera inmutarse por nuestra presencia y emoción de verlo. Trasmitía la misma tranquilidad que las leonas que habíamos visto el día anterior. Nos quedó claro que los leones conocen su poderío y se toman muy enserio eso de ser los reyes de la selva.

León en la reserva natural del Tsavo

Ese día nos despedimos del Parque Nacional de Tsavo encantados con la experiencia y pusimos rumbo a una aldea Maasai llenos de curiosidad.

Los Maasai son una antigua tribu de guerreros, hoy son pastores semi nómadas. El número total de población Maasai ronda los 850.000 repartida entre el sur de Kenia y el norte de Tanzania.

Visitando una aldea maasai

Los Maasai nos enseñaron sus casas, hechas de madera y barro, con nada más que una cama cubierta de piel de vaca que comparte la familia al completo.

También nos enseñaron cómo hacen fuego a partir de un palo, una tableta de madera, paja y nada más ni nada menos que caca de vaca, el ‘queroseno’ Maasai, como dijo nuestro guía local Sanga. Nos dijo que si comprábamos el palito y la tableta de madera te regalaban la caca para que pudieras hacer fuego en casa. Yo creía que era broma, pero no. De hecho, Charo y Ester, que los compraron, recibieron luego una bolsita de papel llena de caca de vaca seca. No creo que se la llevaran a casa.

Aprendiendo a hacer fuego al estilo maasai

Visitando las casas maasais

Nos explicaron que lo beneficios que obtienen enseñando su poblado y vendiendo pequeños souvenirs los invierten en la escuela infantil que tienen allí mismo.

Visitando la escuela infantil maasai

Después de compartir este maravilloso rato con los Maasai pusimos rumbo a Watamu dónde más aventuras nos esperaban.

Autora: Clara Ceballos