Safari USAWA – Día 4
La aventura del Safari Usawa continua en el Parque Nacional de Tsavo.
Tsavo es la reserva natural más grande de Kenia y una de las más grandes del mundo. Sus 22,000 km2 de extensión están divididos en dos partes por las vías del tren que va de Mombasa al interior de Kenia. Nosotros visitamos ‘Tsavo East’, la mitad este.
A las puertas de la reserva hicimos una pequeña parada en el río Galana. Este río recorre el corazón de la reserva nacional de Tsavo creando una brecha verde a su paso a través de las secas llanuras.
Cuando nos acercamos a la orilla vimos que había un cocodrilo enorme tumbado en el barro tan quieto que se confundía con el paisaje como si fuera un camaleón. Las aguas rojizas escondían otros cocodrilos más pequeños que apenas sacaban los ojos del agua. Cuando el enorme animal se aburrió de mirarnos a las caras se zambulló de vuelta en el río lentamente mandándonos de vuelta al ‘Matatu’ que nos llevaría a recorrer Tsavo.
Una vez en la reserva de Tsavo las sorpresas se sucedían continuamente. Lo primero que vimos fueron las gacelas, al principio de más lejos y luego de más cerca, fue seguramente el animal que más vimos ese día. También vimos cebras, jirafas, elefantes, monos y muchos tipos de aves africanas a cada cual más extraña. Era increíble pensar que todos estos animales tan distintos convivan en un mismo paraje natural y que tuviéramos la oportunidad de verlos a todos sin interferir en sus vidas.
A los elefantes los vimos de bien cerca. Íbamos todos asomados por el techo abierto de la furgoneta cuando una cría de elefante se abalanzó a cruzar la carretera a escasos metros de nosotros. Ver aquella enorme cría cruzar, trotando y agitando sus grandes orejas nos llenó a todos de emoción. Al otro lado de la carretera, una manada de elefantes le esperaba para seguir con su paseo mañanero.
Las jirafas en cambio solo las divisábamos a lo lejos. La segunda vez que las vimos estaban un poco más cerca pero el conductor no paró la furgoneta, y las pasamos frustrados por no poder echarles una foto. Lo que no sabíamos era que el conductor tenía otros planes. Unos minutos después vimos varios coches parados en el camino. Un vistazo de cerca nos permitió descubrir la razón de las prisas del conductor. Un grupo de leonas estaban tumbadas a la sombra de un arbusto justo al pie de la carretera de tierra.
Las observé una a una, estaban tan relajadas que daban ganas de tumbarse allí con ellas. Verlas bostezar me puso los pelos de punta. La sensación de estar allí, a solo unos metros de estos majestuosos animales es única.
‘Las jirafas podían esperar’ dijo entonces el conductor con una sonrisa y entonces sí nos llevó a contemplar con más detenimiento al grupo de jirafas que habíamos dejado atrás.
A medio día, fuimos a comer al hotel donde pasaríamos esa noche. Al llegar nos dieron unas toallas blancas para que nos limpiáramos la clara y las devolvimos cubiertas del polvo que se nos había pegado a la piel de ir asomados por el techo del Matatu. Después de comer varios platos de combinados del variado buffet del hotel, salimos a recorrer Tsavo de nuevo.
Los animales parecían más tímidos a estas horas pero disfrutamos del fabuloso paisaje que dibujaba el sol bajito de la tarde.
Después de las dos salidas, llegamos al hotel agotados. Los trotes de la furgoneta y la emoción de ver a tantos animales en su entorno salvaje nos habían mantenido en tensión constante, pero el día de Safari aún no había terminado. Justo fuera del perímetro del hotel, conectada por un búnker acristalado había una charca, dispuesta para que los animales vinieran a beber a la vista de los huéspedes. Nada estaba asegurado, pues Tsavo está lleno de charcas y los animales no tienen especial interés en lucirse.
Lo vimos a lo lejos. Un elefante adulto se acercaba lentamente hacia al hotel. No pensábamos que vendría hasta la charca pero sí, el elefante venía decidido a reponer fuerzas allí mismo. Desde el búnker se podía hasta oír como absorbía el agua por la trompa para luego depositarla en su boca, sonaba como una pajita absorbiendo los retos de un refresco entre hielos. ¡Qué experiencia!
Autora: Clara Ceballos