Escolarización de las niñas para frenar el matrimonio infantil
Este fin de semana estuvimos de celebración, aunque sinceramente pocas cosas había que celebrar. Fuimos a la boda de una de nuestras niñas. Sí, lo habéis leído bien, porque con 16 años se es todavía una niña, una niña que debería de estar estudiando, que debería de estar luchando con su lápiz y su libro por cambiar las cosas y por tener un futuro mejor. Pero no, ella decidió casarse. Es el único consuelo que nos queda, que al menos no fue obligada por nadie, fue su elección.
Llevamos muchos años sensibilizando a madres y padres sobre la importancia de que sus hijos, y sobre todo sus hijas, asistan a la escuela, y estos padres querían firmemente que su hija continuara los estudios. Pero paradójicamente ahora nos encontramos con esta situación: Padres concienciados y niñas que prefieren abandonar sus estudios y casarse.
Detrás de estas decisiones hay un grupo de niñas adolescentes normales y corrientes, a las que no se les permite tener novio … éste, a mi parecer, es el mayor de los problemas. Porque en la sociedad lamunia, no está permitido que las chicas y los chicos puedan ir a dar un paseo juntos, a conocerse, y no digo ya a intimar, sino ni tan siquiera pueden sentarse juntos y charlar de sus cosas.
En sus casas cuando son adolescentes se sienten prisioneras y cometen el error de pensar que esa libertad que ansían la van a encontrar en el matrimonio, y no se dan cuenta de que pasan de una cárcel a otra aún peor. Las hormonas y la rebeldía adolescente no les permite darse cuenta de que la libertad real pasa por esperar unos años más, por seguir estudiando, por poder formarse para poder tener un trabajo digno que les permita ser independientes económicamente.
La libertad no es tener 16 años, un hijo en el cuartil y otro de camino. La libertad es que los hijos vengan más adelante, cuando hayas terminado tus estudios y tengas un trabajo con el que poder mantenerlos. Porque, además, si empiezas a tener hijos a los 16 años ¿cuántos tendrás al llegar a los 40? Y sin un trabajo digno, ¿cómo vas a poder alimentarlos? No es la pescadilla que se muerde la cola, es el gran tiburón blanco que se come las vidas de las niñas enteras.
Tenemos mucho trabajo por delante para sensibilizar a las niñas. Hay que priorizar la escolarización de las niñas más mayores, y enviarlas a estudiar secundaria fuera de Lamu. Lejos de casa, sí, porque tenemos que recordar que las niñas beneficiarias de nuestro proyecto son niñas que viven en condiciones de extrema pobreza y riesgo de exclusión social, y cuyas amigas, primas, vecinas están casadas ya desde bien jóvenes y ellas se sienten diferentes.
Obviamente no todas las niñas abandonan sus estudios ni mucho menos. Ahí tenemos el caso de Rehema y Rukija que están estudiando en la universidad, o bien otras muchas niñas que están estudiando secundaria. Pero es cierto que tenemos que centrarnos en ese grupo de niñas más vulnerables y darles todo el apoyo que necesitan para que puedan salir del círculo de pobreza en el que se encuentran.
Este fin de semana, más que nunca, cobra sentido nuestro programa de amadrinamiento y al que te invitamos a unirte… ¡amadrina!
Autora: Lola Serra