«Hablamos de viajar en familia y pensamos en padres y madres que llevan a sus hijos e hijas a conocer mundo siempre con la ilusión de la diversión y abrirles mente y corazón a un mundo diferente al que conocen, educarlos en la tolerancia, el respeto y el amor a la vida y pocas veces pensamos en la posibilidad de que sean ellos quienes nos ofrezcan la oportunidad de vivir esa experiencia única y enriquecedora.
¡Yo he tenido esa gran suerte!
Mi hija de tan solo veinticuatro años nos comunicó que se iba de vacaciones solidarias con Afrikable a Kenia y nos propuso acompañarla en esta aventura. Nos contagió su gran entusiasmo y allá que nos fuimos.
¡Ha sido una experiencia única!
Conocer cómo son las mujeres de África, cómo viven y luchan día a día, su sonrisa, su amabilidad y alegría. Son la fuerza y el futuro de África.
Conocer un mundo tan diferente ha sido increíble. Hemos vivido días sin televisión, sin móviles, sin estrés. Hemos disfrutado del cariño y los abrazos de los niños que ríen, juegan, cantan y bailan continuamente. Ha sido maravilloso disfrutar de la paz al principio y al final del día, del silencio y el “Pole Pole” que poco a poco se te mete en el cuerpo.
Hemos conocido, dentro y fuera de Afrikable a personas luchadoras que no pierden la esperanza y que aportan lo que pueden para conseguir un mundo más justo. Hemos compartido momentos de risas y charlas, disfrutado en el safari y del día de barco ¡Fue fantástico!
No puedo olvidar el trabajo de las mujeres en Afrikable, de los talleres, de su dedicación a los niños y a los vacacioneros (gracias Jemin, Patricia, Magi, Carlos…) y de los guardas que velaban en todo momento por nuestra seguridad. Las mujeres hacen unas cosas preciosas. Verlas trabajar es aprender a apreciar lo que cuesta cada objeto que hacen.
¡Ojalá mi otra hija hubiera podido acompañarnos!
Y cada día que pasa, mayor es la sensación de que lo vivido esos días es una lección de vida inigualable. Estoy eternamente agradecida a mi hija por permitirnos disfrutar con ella de esta experiencia. Y si estamos acostumbrados a escuchar “mamá, yo quiero ir otra vez”, en mi casa se escucha “hija, ¿Cuándo vamos a volver?”
Asante Sana Ana.
Te quiero.”
