Una llamada a Afrikable me cambió la vida

Todo empieza un año antes de llegar a Lamu, durante el verano de 2018. Mi objetivo era buscar una motivación distinta para realizar mis prácticas y el proyecto de final de grado en la carrera que estaba realizando, Empresa y Tecnología. Ese algo que me permitiera ver mis estudios con otra perspectiva.

Lo que no sabía en ese momento era que, por esas cosas de la vida, una llamada a Afrikable para informarme sobre su proyecto y oferta de prácticas iba a cambiarme la vida.

Pues sí, el reto era mayúsculo a nivel profesional y personal.

A medida que se acerca el momento de la partida hacia la aventura, empiezas a sentir esos nervios de saber si todo saldrá sobre lo planeado. Más bien no, en Lamu te das cuenta que no vale la pena planificar nada; simplemente dejarte llevar por el momento y por las relaciones humanas.

Es llegar al proyecto y ver cómo esos niños/as –sin haberte visto nunca antes- empiezan a corretear hacia ti, sin esperar nada cambio; solamente un simple abrazo, una carantoña o que los aúpes en tus brazos.

Por si fuera poco, luego empiezas a conocer a las mujeres y te das cuenta que aquello es distinto a todo lo vivido anteriormente. Su alegría, entrega, felicidad y hospitalidad te hacen ver que en esta vida le damos importancia a aquello que no lo tiene.

Cristian con las personas beneficiarias de Afrikable

He tenido la suerte de compartir con todos/as ellos/as tres meses, pero he vuelto a Barcelona con la sensación de haber pasado una vida en Lamu. Con ese sentimiento y convicción de saber que ahora tienes una nueva familia y que volverás a verles en algún momento.

El proyecto y las prácticas de mi grado relacionados con el mundo de la tecnología me han hecho abrir los ojos y ver que todavía hay muchas necesidades por resolver antes de dar el salto a la digitalización. Pero que con el esfuerzo y ganas de todos/as se puede lograr (pudiendo llegar a ser un buen motor de cambio).

Sinceramente, felicitar a Afrikable porque el proyecto, la vida lamunia, la comida y, por encima de todo, su gente te atrapa. Su labor es digna de admirar y sólo espero y deseo que no pare de crecer nunca.

Asante sana por haberme brindado esta oportunidad. Madame Fatuma, Halima, Jemin, Maryam, Khadija, Serafina, Margaret… a todas… ¡no os olvidaré jamás!

Cristian con las personas beneficiarias de Afrikable

Esto no es un kwaheri; es un baadaye.

De corazón. Vuestro amigo, Cristian.

Autor: Cristian Fragoso