Testimonio de Maitane
Ya puedo decir que oficialmente pertenezco al grupo de afectados por el “Mal de África”. Lejos de tratarse de una enfermedad, consiste en un estado emocional que padecemos los que hemos visitado el continente y sentimos la necesidad de volver. Volver a sentir, a oler, a respirar, a contemplar sus gentes, sus colores, su música, su energía, su horizonte, su cielo y un sinfín de sensaciones que te atrapan en un sentimiento de vitalidad y fuerza que no quieres dejar de experimentar.
Y todo gracias a ti Afrikable. Un pequeño proyecto que conocí hace 5 años navegando por la red en busca de mí misma aunque, 5 años después ya no puedo hablar de ti como un pequeño proyecto. Te conocí como una humilde familia con muchos retos por delante y he tenido el privilegio de contar con la perspectiva de los años para ver en lo que te has convertido.
La modesta casa de entonces se llamaba “Alipenda” la primera en dar cobijo a un proyecto tan ambicioso. En ella se desarrollaban todas las actividades: el taller de las mujeres, la escuelita de los peques, la zona de bebes, la cocina, el espacio de los voluntarios y el despacho de las fundadoras y la coordinadora. La idea de un terreno (una Shamba) en el que poder desarrollar toda la esperanza y sueños de Afrikable era una osada visión de futuro. Y sin embargo aquí estáis, más firmes que nunca tras varios obstáculos, dificultades y frustraciones que nunca pudieron con los muchos momentos de alegría, superación y logros alcanzados.
Ha sido abrumador volver al mismo lugar y vivir en primera línea todo lo que habéis conseguido y crecido. Un terreno que acoge diversas construcciones; el taller de costura con nueva maquinaria, el taller de calzado, un almacén, un gran despacho para la dirección del proyecto, 2 escuelas infantiles, el área de bebes, un comedor que abastece a más de 100 niños, la Maternity Home (probablemente una de las mayores muestras de que todo es posible), una huerta que simboliza cómo hasta en los lugares más inhóspitos con mucho esfuerzo y cariño todo puede crecer y un acogedor espacio para los voluntarios. Ahora más que nunca he sentido lo que Afrikable significa; África es posible.
En esta segunda experiencia destacaría la lección de superación, fortaleza y empoderamiento recibida por parte de cada una de las mujeres que forman el proyecto. Sus historias conforman un severo equipaje con el que afrontan el día a día y no deja de sorprenderme la fortaleza y ganas de vivir con la que lo hacen. Una de las tareas que me tocó llevar a cabo fue la de bajar todas las mañanas a la tienda de Afrikable en el pueblo (Lamu), en ella se encontraba Mariam Ramadhan y comenzar el día pensando en la sonrisa de ella al verme aparecer por la puerta hacía que el calor y la caminata de media hora sobre arena para llegar a ella fueran “Hakuna Matata” (no hay problema).
Cierro un capítulo de mi vida con la certeza de que volveré a cruzarme en las vidas de las mujeres y niños de Afrikable, a fin de cuentas, no hay dos sin tres. Volveré para ver de primera mano cómo ha crecido cada semilla que habéis plantado, para ver cómo las mujeres han seguido conquistando su empoderamiento y los niños han crecido con las herramientas que ponéis a su alcance.
Asante Sana (muchas gracias) a las valientes y luchadoras mujeres, a los vitales y fuertes niños y niñas, a cada miembro que conformáis la gran familia Afrikable, por abrirnos las puertas de vuestro hogar, por abrirnos los ojos y mostrarnos lo esencial de la vida y en definitiva por abrirnos vuestros corazones. Una vez más, lo he intentado pero no he podido dar más de lo que me llevo.
Autora: Maitane