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Las mujeres swahilis que deciden dar a luz en casa lo hacen en la cama. Maryam Azakil nos cuenta que colocan un plástico bajo las sábanas y se tumban en la cama. La partera local las asiste, y suelen estar presentes amigas y familia que las ayudan.

“Las parteras nos masajean la barriga preparando el bebé para el nacimiento. Nos acompañan en la habitación familiares cercanos, nunca hombres».

Si necesitan episiotomía, se las realiza la partera local, y si el desgarro ha sido mayor al día siguiente irán al médico a que las suturen.

“Cuando nace el bebé le damos la bienvenida a la vida ofreciéndole un poquito de miel rebajada en agua para que la chupe. Le pintamos los ojos y la frente de negro con wanda, para evitar que alguien le pueda echar mal de ojo”.

Tras el corte del cordón umbilical les aplican aceite de semillas caliente en la tripa. Se masajea muy bien la barriga de la madre para que se desprenda la placenta, la cual se coloca en un plato especialmente comprado para la ocasión. Luego la placenta se tira y ese plato es ofrecido como regalo a la partera junto con diversos tipos de aceites que usan en los partos.

La partera asea a la madre y al bebé con agua caliente y les da un masaje con aceite de semillas. Durante una semana la partera se ocupará de ambos, de asearlos y de controlar que todo esté bajo control. Durante la cuarentena la madre no sale de casa ni realiza tareas más allá de cuidar del bebé. Es la familia la que da soporte con las tareas del hogar.

“Hasta 40 días después del parto el marido duerme en una habitación aparte. El día 39 nos decoramos con henna y nos preparamos para el día siguiente, cuando celebramos una pequeña luna de miel. Desde ese día ya podemos volver a dormir juntos”.

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Aunque muchas mujeres swahilis dan a luz en casa, otras tantas deciden hacerlo en el hospital. Es el caso de la propia Maryam.

“Hace 8 años nació mi primera hija y todo sucedió sin problemas. Mi segundo embarazo también fue muy bien, excepto durante el último mes de embarazo, donde sufrí muchas diarreas. Eran constantes. Yo estaba preocupada de cómo podría afectar al bebé, pero por más que fui al médico siempre me decía que no me preocupara, que era normal y que no pasaba nada. Que el bebé estaba bien, aunque nunca me hizo ni una ecografía ni ningún tipo de reconocimiento.

Una tarde, cuando comencé a sentir las contracciones fui con mi tía para el hospital, me dijeron que aún quedaba mucho tiempo para que el bebé naciera. Como seguía con contracciones al rato vino el médico a comprobar el avance de la dilatación, dijo que aún le quedaba mucho rato. Yo le dije que no, que notaba algo que bajaba, pero insistió en que aún quedaba mucho y se fue a dormir. Yo le dije a mi tía que notaba algo, que insistiera al médico pero ella por respeto no quiso. 15 minutos después mi hijo nacía en la cama solo… mi tía fue corriendo a despertar al médico, el cual cogió a mi bebé para limpiarlo, sin prestarme mucha atención ya que estaba adormilado aún. Mientras limpiaba a mi hijo, di a luz a un segundo bebé, de nuevo sola. Fue toda una sorpresa porque nunca nos habían dicho que eran mellizos. Lamentablemente uno de ellos murió a las 6 horas tras el parto. El doctor comprobó el otro bebé y me dijo que estaba sano, que no me preocupara, pero falleció al día siguiente. Me sentí desolada, porque nadie me supo decir por qué murieron mis hijos, porque nadie me escuchó cuando les necesitaba…

Mi hijo pequeño también lo tuve en el hospital. Hubo alguna pequeña complicación, pero nada importante según me dijo el doctor. Mi hijo tiene ahora 5 años, desde entonces no puedo volver a quedarme embarazada, he tenido 6 abortos, todos en la segunda semana de embarazo. Nadie sabe decirme qué pasó en el hospital, el médico me dice que es normal tener algún aborto, pero yo sé que mi caso no es normal, que algo me pasa.

Ahora estoy embarazada de nuevo y temo perder al bebé de nuevo. Si el embarazo evoluciona tengo claro que no lo tendré en el hospital”.