MARIAM – Como aquellas plantitas que crecen en el desierto

Mariam me recuerda a esas plantitas del desierto que, pese a la sequía, pese a las duras condiciones que las rodean, insisten en salir adelante, en crecer y sobrevivir.

Mariam es como una de esas plantitas… llena de sonrisas, de ilusiones, llena de vida… pese a que su propia vida es una de las más difíciles que he llegado a conocer en Lamu.

Hace unas semanas fui a visitarla a su nueva escuela. Le llevé su yogurt favorito, unas galletas y algunas golosinas… estaba feliz y yo más aún de verla, ¡la echaba mucho de menos!

Conocimos a Mariam en 2011, hace 12 años ya, cuando solo era una bebita de pocos meses. Estaba en el hospital con su madre porque su hermano estaba ingresado muy malito. Su otro hermano de por aquellos entonces 8 años estaba durmiendo solo en la calle porque le daba miedo dormir en su “casa” (luego supimos que cuando hablaba de “casa” se refería literalmente a cuatro palos cubiertos por trapos y plásticos). El padre de los hermanos mayores, fallecido. El padre de Mariam, desaparecido. Su mamá sin trabajo porque no se encuentra bien. Sobreviven a base de limosnas, de lo que unos y otros le pueden dar.

Desde entonces hemos ayudado a Mariam y su familia en todo lo que hemos podido, desde educación infantil para todos ellos, seguridad alimentaria a través de nuestro comedor infantil, así como un pack de comida para que pudieran complementar la alimentación del comedor en casa también. Gracias a la implicación de nuestros voluntarios pudimos construirles una vivienda más digna, y periódicamente le ofrecemos ropa que las personas que participan en nuestros programa de estancias solidarias traen desde España.

Recuerdo un día cuando aún Mariam era pequeñita y andaba paseando sola por su barrio. Un tipo la cogió y se la llevó. Iba ya por mitad del pueblo cuando algunos vecinos que la conocían y no conocían al hombre que la llevaba en brazos, lanzaron la voz de alarma. En ese momento el hombre soltó a Mariam y salió corriendo. No consiguieron cogerlo, pero al menos a Mariam no le pasó nada.

Mariam desde que pasó a primaria y dejó nuestra escuelita muchas veces se escapaba de clase y se iba a pasear por el pueblo. Su madre la quiere con locura y nunca ha querido separarse de ella. Por más que hemos insistido, no ha querido llevarla a ningún centro de acogida ni tampoco a ningún colegio interno (en Kenia, asistir a un colegio interno es un privilegio que la gran mayoría de los niños desea, porque no tienen que trabajar, pueden estudiar, puede comer…).

Pero el año pasado en mi anterior visita cuando volvimos a insistirle por favor, que Mariam no podía estar por las calles sola a todas horas, que era muy peligroso para ella, que por favor por qué nos dejara enviarla a un colegio como interna ocurrió el milagro y accedió.

Para su mamá está siendo muy duro, porque aunque está solo a unos pocos kilómetros de distancia, el tener que coger el barco y luego una piki-piki (una moto taxi) le supone más de 5 euros en cada visita, 5 euros que no tiene ni se puede permitir. Pero le queda la tranquilidad de saber que está bien, que está estudiando, que está a salvo…

La historia de Mariam es un claro ejemplo de por qué teníamos la necesidad de poner en marcha la Escuela de Primaria de Afrikable, para poder seguir de cerca la evolución de los peques, controlar su asistencia y asegurarnos de que tengan todas sus necesidades cubiertas, entre otras muchas cosas.

Si quieres ser parte de nuestra lucha, si quieres colaborar para que Mariam y otras muchas Mariams, tengan un futuro mejor, da un paso adelante y ¡amadrina!

Autora: Lola Serra