Dignificar el trabajo de las mujeres que mueven el mundo
¿Qué es trabajo? Desde la Revolución Industrial en Europa entendemos el trabajo como aquel que se realiza fuera de casa y por el que consigues un sueldo. Sin embargo, esto deja fuera de considerar trabajo el cuidado de los niños, de la casa, del ganado, del huerto y todos aquellos trabajos por los que no se consigue dinero.
Esta diferencia puede tener sentido en España, donde ya hay una diferencia entre la oficina y la casa. Sin embargo, esta diferencia en las mujeres de Kenia no tiene ningún sentido. Aquí todo es trabajo. Las mujeres del proyecto se levantan entre las 5 y las 6 de la mañana, comienzan a limpiar la casa, a cocinar el desayuno y la comida, preparan a sus hijos e hijas para el cole y salen hacia el proyecto. Aquí, comienzan a trabajar desde las 8 de la mañana y hasta las 5 de la tarde y durante todo ese tiempo también alimentan a sus bebes, comen con sus amigas… todo forma parte de una rutina, que puede parecer caótica en un primer vistazo, pero que se convierte en una forma de conciliación muy coherente que hemos perdido hace mucho tiempo en el mundo occidental.
Sin embargo, el horario de estas mujeres no acaba a las 5 de la tarde, cuando vuelven a casa se le siguen acumulando las tareas, como ir a por el agua, preparar la cena o alimentar a los animales. Lo mismo ocurre cuando le preguntas por el fin de semana y te dicen con una sonrisa que muy bien y lo siguiente que hacen es hacerte el gesto de lavar la ropa, ya que esa tarea les ha ocupado la mayor parte del fin de semana.
Por tanto, reflexionando sobre ello, no es el tener un trabajo lo que marca la diferencia en Afrikable, porque trabajan siempre, es el derecho a tener un salario todos los meses lo que les ha cambiado la vida. En las entrevistas, cuando se les preguntó en qué te ha cambiado la vida este proyecto, no lo dudaron ni un momento: “Ahora soy más libre por mi independencia económica. Puedo pagarle la educación a mis hijos y a mis hijas, puedo comprar comida y medicinas y, sobre todo, puedo elegir como gastar el dinero sin depender de mi marido”.
Esta independencia, sin embargo, es relativa. A pesar de recibir el salario, muchas mujeres necesitan usar todas las estrategias posibles para disponer libremente de su dinero. He vivido como una conquista que reconozcan su derecho a disponer de ese dinero, que es violencia machista el que sus maridos no les permitan comprar cosas necesarias. Uno de mis momentos preferidos de las entrevistas fue cuando las mujeres me comentaron como se apoyan entre ellas para conseguir disponer de su dinero, como una verdadera guerra de guerrillas hacia el empoderamiento económico.
Lo que es completamente cierto es que tener un salario a final de mes les otorga un respeto frente a sus maridos que no tenían antes, ellos tienen que respetar sus horarios de trabajo, las reglas de la ONGD y muchos dependen económicamente de ellas, las convierte en el motor económico de la familia. Esto les ayuda a sentirse más realizadas, a que se le reconozca su trabajo, en el que caso de que ello no ocurra, puedan soñar con otra vida, si es necesario.
Autora: Ana Fernández